Con profundo dolor y a la vez con inmensa gratitud despedimos al Padre Luis García Orso, SJ, quien ha vuelto al abrazo de la casa del Padre, dejando tras de sí un camino luminoso en el que cine y espiritualidad convergen en perfecta armonía.
El Padre Luis, comenzó su camino en la Compañía de Jesús en 1961, nunca fue un mero espectador de la vida o del arte, sino un apasionado intérprete de ambos. Su visión única nos enseñó que cada fotograma de una película puede ser un espacio sagrado donde lo humano se encuentra con lo divino.
De cofundador de SIGNIS México a Asesor Eclesiástico del Consejo Directivo de SIGNIS, el Padre Luis iluminó nuestra comprensión de la comunicación, no como un mero intercambio de información sino como un profundo acto de comunión. Sus conocimientos en teología nunca lo distanciaron de la persona común; por el contrario, le permitieron traducir las complejidades de la fe al lenguaje universal del cine.
En su apreciado libro «Cómo aprovechar la espiritualidad del cine», no se limitó a analizar las películas, sino que las reveló como espejos que reflejan nuestras luchas más profundas y ventanas que se abren a posibilidades trascendentes.
Como cuando escribió sobre «Noche de fuego», de Tatiana Huezo, sus palabras revelaron su propia alma: celebró «la capacidad de las mujeres para resistir a la barbarie» y valoró la «fotografía contemplativa» por encima de los despliegues técnicos, defendiendo la sensibilidad, la empatía y la compasión como las verdaderas señas de identidad de una narración poderosa.
Como profesor de la Universidad Iberoamericana y de la Universidad Pontificia de México, el Padre Luis nunca enseñó, sino que orientó, guió e inspiró. Desafiaba a los jóvenes críticos de cine a desarrollar una mirada que penetrara en las superficies para encontrar lo sagrado que habita en lo ordinario.
Hoy, cuando ruedan los créditos finales de su viaje terrenal, nos consuela saber que el Padre Luis experimenta ahora, directamente, la última realidad espiritual que tan bellamente vislumbró a través del arte del cine. Su legado perdura en todos los comunicadores que, inspirados por su ejemplo, abordan los medios de comunicación no sólo como una profesión, sino como una vocación, una llamada sagrada a revelar la verdad, la belleza y la bondad en un mundo hambriento de sentido.
Que el divino Cineasta autor de su historia le acoja en la luz eterna, donde ninguna sombra oscurece y todo misterio encuentra su resolución.
Descansa en paz, querido padre Luis. La luz que arrojaste sigue iluminando nuestro camino mientras llevamos adelante tu visión del cine no sólo como entretenimiento, sino como revelación: un testimonio del poder perdurable del amor, la comunidad y la fe en medio de la oscuridad.
«Porque ahora vemos a través de un espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré también como fui conocido». (1 Corintios 13:12)
Helen Osman
Presidenta de SIGNIS