MediosReseñas de CineLes herbes sèches de Nuri Bilge Ceylan

Les herbes sèches de Nuri Bilge Ceylan

Edgar Rubio

Muchas veces el cine se hace preguntas íntimas liberadas en forma de reflexiones fundamentales sobre el origen del universo y de lo humano, en un entramado en el que la luz y el sonido, justo los constituyentes del lenguaje fílmico, se miran como artífices de sentido.

Desde sus primeros tratados, el director turco Nuri Bilge Ceylan se ha cuestionado sobre estos fundamentos cósmicos, encarnados en dramas humanos. Reimaginando la semilla fotográfica de la realidad fílmica y rumiando una especie de filosofía del cine.

Por supuesto que estas intenciones no están lejanas de riesgos y de la imposibilidad de su materialización visual.

Pero se agradece, como le grita una voz anónima en la Sala Lumière del Palacio de Festivales de Cannes, el asumir este tipo de riesgos temporales, visuales e, incluso, teológicos.

Porque como lo expresa la belleza de su cine, quizá las respuestas estén en ese diálogo eterno entre presente y pasado, entre generaciones, entre universos. En esa forma de la luz que nos convoca a recordar la alegría de lo que ocurre con fuerza por primera vez.

Esa emoción, convertida en locura, nos permite ver la nieve como un milagro, nos arrastra a una comunicación en la que todo es poesía, desde una carta escrita a mano, el lápiz, las palabras, las hojas secas y el desierto íntimo que nos habita.

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