ReflexionesComunicades de discernimiento ante la Inteligencia artificial

Comunicades de discernimiento ante la Inteligencia artificial

Peio Sánchez En torno a la Jornada Mundial de la Comunicaciones 2024. “Inteligencia artificial y sabiduría del corazón para una comunicación plenamente humana”.

Hay cuestiones que son optativas y otras se imponen, sean cuales sean nuestras opciones. La tecnociencia con esa amalgama de progreso humano y negocio inhumano ahora se nos viene encima con los nuevos avances de la Inteligencia Artificial. Entre el lamento por el elipse ético, que suponen los usos peligrosos, y el optimismo transhumanista, que considera que hemos llegado a una nueva singularidad, cabe ponderar nuestra posición como creyentes. Este asunto nos lo tenemos que pensar a fondo porque implica prácticas concretas ante las que nos hemos de situar.

Como señala el papa Francisco en el mensaje de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, la inteligencia artificial “está modificando radicalmente la información y la comunicación y, a través de ellas, algunos de los fundamentos de la convivencia civil”. Partiendo de esta realidad nos invita a adoptar una opción: “En esta época que corre el riesgo de ser rica en tecnología y pobre en humanidad, nuestra reflexión sólo puede partir del corazón humano. Sólo dotándonos de una mirada espiritual, sólo recuperando una sabiduría del corazón, podremos leer e interpretar la novedad de nuestro tiempo y redescubrir el camino de una comunicación plenamente humana”.

La condición ambigua del ser humano nos invita a discernir entre la oportunidad y el peligro. La inteligencia artificial generativa que es capaz de recoger los datos existentes y obtener contenidos originales permite tener a nuestra mano propuestas y escenarios novedosos para la comunicación. Podemos tener a nuestro alcance más información y más posibilidades de interpretación con mucha más velocidad. Esto supone el reto de adquirir nuevos aprendizajes cuando ya hemos comprendido que la formación no acaba nunca. Debemos estar abiertos como creyentes a lo nuevo que la tecnología ofrece para abordar problemas complejos y discernir en qué terrenos puede sernos útil.

Dicho lo cual, no hemos de olvidar los retos preocupantes. Así el papa Francisco propone que “es necesario actuar preventivamente, proponiendo modelos de regulación ética para frenar las implicaciones nocivas y discriminatorias, socialmente injustas, de los sistemas de inteligencia artificial y contrarrestar su uso en la reducción del pluralismo, la polarización de la opinión pública o la construcción de un pensamiento único”.  Las posibilidades de manipulación informativa ( fake news, campañas de desinformación, uso del anonimato, mecanismos de cancelación,…) y la presión del poder y el mercado sobre los comunicadores crece exponencialmente. 

La Inteligencia Artificial alimenta el clima de competencia feroz entre medios y de velocidad desmedida de la información, mientras faltan los espacios de discernimiento. Los comunicadores se han de mover solo en los parámetros de la “cuadra” (perdón por el símil de caballería) por la que son contratados. Urgen espacios independientes donde el comunicador pueda ejercer su libertad de opinión, sus dudas éticas, su propia debilidad ante un sistema complejo. Los comunicadores cristianos necesitamos espacios libres, comunidades de contraste desde los valores del Evangelio. 

En el futuro del desarrollo de la Inteligencia Artificial está en juego la condición humana. Las distopías de la ciencia ficción son un aviso que apunta a las debilidades de lo que solo aparentemente es progreso. Lo nuevo es que la ficción ya es realidad y la tenemos entre manos.

SIGNIS no solamente es lugar de propuestas comunicativas. Debe ser un lugar de discernimiento espiritual compartido y formación ética. Necesitamos darnos espacios fuera de nuestra “cuadra” para no quedar atrapados en la “cámara de eco” y poder abordar los retos desde el corazón espiritual que nos mueve. La comunidad eclesial asume el reto de abrir espacios de comunión donde nos podamos fiar y confiar para abordar asuntos que son profesionales pero que adquiere tonos personales.

Como dice el papa Francisco: “La respuesta no está escrita, depende de nosotros. Corresponde al hombre decidir si se convierte en alimento de algoritmos o en cambio sí alimenta su corazón con la libertad, ese corazón sin el cual no creceríamos en sabiduría. Esta sabiduría madura sacando provecho del tiempo y comprendiendo las debilidades. Crece en la alianza entre generaciones, entre quienes tienen memoria del pasado y quienes tienen visión de futuro. Sólo juntos crece la capacidad de discernir, de vigilar, de ver las cosas a partir de su cumplimiento”. Todo un reto.

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